Si algo quedó en evidencia en 2020, es que todo puede cambiar de un día para el otro (el monto de tu sueldo o incluso tu situación laboral), y que lo que tenías como “seguro” hasta ayer tambalea en este mundo de incertidumbre. 

Algo parecido le pasó a mi amigo Martín (no usaré su verdadero nombre por cuestiones de confidencialidad), en 2019, cuando le dijeron que por recorte de personal ya no necesitarían sus servicios. Quiero aclarar que Martín ocupaba un puesto gerencial en la filial argentina de una empresa multinacional y trabajaba allí hacía más de diez años. Cuando me junté a tomar un café y charlamos de su situación, reconocimos que para esta nueva etapa se enfrentaba a algunos obstáculos, pero también tenía una buena solución. Comparto las conclusiones de nuestra conversación por si resultan de utilidad a quien esté atravesando por un momento parecido:

– Muchas veces apalancamos nuestra identidad profesional en el puesto que ocupamos o la empresa en la que trabajamos. Más frecuente aún si ocupamos un cargo alto o si trabajamos en una institución reconocida… Termina teniendo más valor ser “director” de un área de “Mercado Libre” (es un ejemplo ficticio, ¡que nadie se ofenda!), que el valor de tu propio nombre.

– El empalagarse con tu situación de hoy te hace olvidar que tu “actualidad” puede cambiar cuando menos te lo esperás.

– No siempre reflexionamos sobre cuál es ese valor propio que trasciende a las empresas en las que trabajes o a los proyectos que emprendas.

– Aunque creas que tu momento profesional es el mejor, ¡trabajá tu marca personal! Pensá qué es lo que te caracteriza, lo que te diferencia, eso por lo que demás te reconocen… Y así cualquier cambio te va a sorprender bien preparado.